Arte y Espectáculos

Concierto del ciclo de obras de Tchaicovsky de la Orquesta Sinfónica Municipal

Se presentó en el Teatro Municipal Colón, dirigida por el maestro Ricardo Hegman.

Por Eduardo Balestena

En un nuevo concierto del ciclo integral de sus sinfonías y a obras del compositor ruso Piotr Ilich Tchaicovsky (1840-1893) la Orquesta Sinfónica Municipal se presentó en el Teatro Municipal Colón, dirigida por el maestro Ricardo Hegman.

La Obertura Fantasía Romeo y Julieta fue la primera de las obras del programa. Escrita en 1870 y concebida dentro del concepto libre y genérico de la fantasía, dividida en secciones, abarca, en su belleza melódica y en la trama de una orquestación brillante, momentos de gran intensidad con otros de enorme dulzura, con rápidas transiciones marcadas en varias oportunidades por un simple solo instrumental.

En la segunda parte fue abordada la Sinfonía nro. 5, en mi menor, opus 64. Concebida once años después de la cuarta sinfonía, sus primeros bocetos datan de la primavera de 1888. En una temporada que pasó en Leipzig se encontró con Edvard Grieg, quien le mostró su tercera sonata para violín y piano, tal encuentro parece haber sido uno de los disparadores de su escritura. Aunque luego se expresará en términos críticos sobre su sinfonía la escribió con mucha rapidez y tuvo un gran éxito.

La belleza y la fuerza de la obra se vinculan a su rica veta melódica, su orquestación y la variedad de colores del discurso musical: por la alternancia de los timbres, por la fuerza y la dulzura de sus motivos y por el modo en que se encuentran imbricados.

Es destacable la dificultad en la cuerda, en rápidas intervenciones a lo largo de toda la obra y especialmente en el último movimiento; la trama de voces de los metales, con motivos que se arman o pasan de trombones a cornos y trompetas; el carácter siempre distinto de los motivos: por momentos marcan una avance casi marcial, en otros un detenimiento en la belleza de un giro.

La intensidad de motivos que surgen en la cuerda, como en la elaboración del tema del allegro con anima del primer movimiento, en si más lentos marcaron una diferencia en la intervención de una cuerda que lució pareja y expresiva en los registros medios y en los pasajes rápidos y áspera en los lentos y en el registro agudo, y a la cual le faltó fluidez y musicalidad en motivos de gran belleza melódica, con ciertos desbalances ante la intervención de los metales, por ejemplo en el cuarto movimiento.

Maderas y metales mostraron una fluida musicalidad, sin desfasajes, en intervenciones que siempre sonaron muy armadas, con entradas simpre muy audibles, netas e intensas y momentos de gran musicalidad.

Uno de los momentos más representativos de la obra es el solo de corno del segundo movimiento en el cual destacó un joven solista. Lamentablemente, la falta de programa de mano no permite mencionarlo.

Se trató de una versión con ciertas discontinuidades debidas a que la cuerda hubiera requerido una mayor musicalidad y preparación en frases muy representativas de la obra. El tempo lento que requiere en varios lugares de su desarrollo lo hizo notorio.

El maestro Ricardo Hegman, de una destacada y extensa actuación al frete de numerosos organismos, tuvo el gesto de invitar a los solistas más destacados a situarse al frente de la orquesta en el saludo final.

Lamentablemente, tanto la falta de programas de mano como la circunstancia de personas ingresando a la sala luego del comienzo o circulando durante la ejecución significan aspectos muy negativos, impropios de toda presentación de un organismo musical.

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